Lecturas a la hora del té

Lecturas a la hora del té
(Pintura de Vicente Romero)

martes, 22 de diciembre de 2015

TOCANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO (UN CUENTO DE NAVIDAD)





Mama take this badge from me
I can´t use it any more
It´s getting dark too dark to see
feel like I'm knocking on heaven's door.

Knockin' on heaven's door (Bob Dylan)


No sé si esta canción me eligió a mí o yo la elegí a ella pero la escuché el 31 de octubre, Día de los Muertos. Unas luces que deslumbraban desde el techo me despertaron y me observé acostada transversalmente sobre la camilla y la cabeza colgando por uno de sus laterales. Indudablemente, me había desmayado. Me sentí algo confusa y me asaltaba constantemente la canción Knockin' on heaven's door que había escuchado en el coche que me llevó hasta Urgencias del Hospital. Tras varias pruebas y mucho tiempo de espera, el neurocirujano me notificó que un extraño ser habitaba mi cerebro y que debía ser operaba, con el riesgo que suponía, o no habría solución. Acepté mal la noticia, no por mí sino por tenerlo que comunicar a mi familia, de ahí el desmayo.
Había entrado en un pozo de petróleo del que era imposible salir por mi misma. Un útero negro y grasiento se fue haciendo con mis recuerdos, con mi nombre, quitándome la comprensión de la lectura, dejándome sin saber escribir y sin saber cómo poder hablar para ser entendida con coherencia. Se adueñó de mi ser y me dañó lo más importante: mi Yo. El útero de petróleo iba cubriéndolo todo y, desde unos días antes de la operación dejé de preguntarme, de sufrir; vivía feliz porque ya no entendía ni existía y reía como si todo fuera maravilloso, incluso lo hice cuando me miré al espejo y me habían afeitado la cabeza. El pozo era un alienígena que me atrapó y me convenció de que mi renuncia me transformaría en una mujer más feliz si no luchaba en su contra: era mucho más cobarde pero más cómodo. Pero algo curioso sucedía, estando despierta, yo ya no era yo. Pero cuando dormía recordaba la última canción Knockin' on heaven's door o recitaba mis poemas. El extraño nunca pudo entrar en mis sueños, no sabía que existían ni se imaginaba que serían mi fuerza para subir la escalera de la que tiraba mi marido desde arriba y yo ponía mi ganas y actitud para subir. Incluso tuve tropiezos y algunos peldaños se hicieron añicos pero nunca pensé renunciar. La longitud del pozo me llevó catorce meses y salí alumbrada como un parto ansiado. Miré a mi alrededor y observé que mi nueva vida comenzaba en Navidad.

2 comentarios:

  1. Querida Carmen Marina: Por tu fuerza y valor estoy convencida que debes emparentada con aquellos semidioses que poseían cualidades que su superaban a los mortales.
    Feliz Navidad y mi abrazo apretado.

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  2. Querida Carmen: Solo los seres priviligiados pueden metabolizar el dolor y la angustia en un cuento magnífico, lleno de sentimiento. Tu fe, tus cuidados, la contención de tu familia y en especial tu poesía son las que te elevan y te dan fuerzas para seguir adelante. Un deseo grande de felicidad en estas tradicionales fiestas y todo lo mejor para el nuevo año. Un abrazo gigante!!!!

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