Lecturas a la hora del té

Lecturas a la hora del té
(Pintura de Vicente Romero)

martes, 31 de diciembre de 2013

NOSTALGIA (UN POEMA DE ANTONIO RODRÍGUEZ VALERO)

(Mi padre y yo, 1965)

Esta última noche del año no voy a dejar un escrito mío, quiero compartir con todos un poema de mi padre. Él ya no está pero el que quiera verle, que me mire a mí.

Nostalgia

En un pueblecito blanco, comarca del Aljarafe,
en Sevilla, Andalucía, allí nacieron mis padres;
allí nacen mis hermanos, allí también nací yo.
Me amamanta, me acaricia, me mece en su regazo
mi madre guapa y morena. Qué grato recuerdo guardo

de mi Sevilla la bella. Tierra de grandes poetas, literatos,
escultores, cantaores de flamenco, guitarristas o pintores.
Mujeres con ojos negros, de cuerpos esculturales;
vaya empaque, qué tronío, qué garbo, qué señorío,
como hileras de carretas cuando van para El Rocío.

Tierra aquella donde Dios, al crear la Humanidad,
además de echarle sol, se le fue la mano en sal.
Semana Santa, saetas, con la mantilla y peineta.
En feria la sevillanas, peteneras, verdiales
se bailan en las casetas con vestidos de lunares.


Aquella tierra andaluza donde crece la aulaga,
el olivo, el alcornoque, brezos, tomillos y jaras.
En los parques y en las plazas los jardines pintureros
donde todas las mañanas cantan canarios, jilgueros
colgados de las ventanas en jaulas de terciopelo.

En estíos veraniegos las macetas en los patios.
Se riegan todas las tardes rosas, jazmines, geranios,
con agua fresca del pozo que en el mismo patio existe.
Después vienen las tertulias sentados en las butacas,
que duran hasta la media noche, al olor de la albahaca.

Diciembre, la Navidad. Hombres, mujeres y niños
con zambombas, panderetas, cantan los villancicos
y canciones de la tierra hasta por la madrugá.
Al amanecer el día, la copita de aguardiente,
los molletes, calentitos, polvorones y rosquetes.

Cuánta nostalgia me embarga. Quisiera acabar un día
donde acabaron mis padres: en Sevilla, Andalucía.
En el pueblecito blanco, comarca del Aljarafe,
en el rodal de cipreses circundado de olivares
y ser transportado a hombros cantando por soleares.

Antonio Rodríguez Valero.

domingo, 29 de diciembre de 2013

PETICIONES PARA 2014



Querido Nuevo Año 2014, estás a punto de nacer y el mundo por entero se amontona en la sala de espera contigua al paritorio con los ojos de la esperanza puestos en ti. Pero tendrás una vida tan corta y una carga de plomo tan grande sobre la espalda de tu almanaque que a buen seguro te será imposible acabar con todos los males terrenales que en herencia te han dejado los calendarios desgajados. Pero sí que podrías llegar a ser un buen año, el mejor de todos, el pionero de la saga de tus herederos, si propusieras ciertos cambios que tanto necesita este planeta color príncipe de cuento.
En primer lugar, podrías hacer uso de una balanza, no hace falta que sea muy grande sólo que haya sido bien calibrada, para que se repartan por igual el agua y los alimentos entre todos los habitantes, sin atender a razas, nacionalidades ni religión.
En segundo lugar, te recomiendo una buena escoba de las que están hechas con hojas secas de palma, las usadas por barrenderos porque son las que mejor se llevan la suciedad más acumulada. Pues bien, con una de ésas podrías barrer las grandes injusticias que a diario soportan los sectores más débiles de la población: ancianos, niños, enfermos y minusválidos, como consecuencia de la avaricia y egoísmo de las clases de poder.
Y, en tercer lugar, ¿Podrías hacer que los dictadores y amigos de las guerras nacieran sin ombligo? Así dejarían de mirárselo y, quizás, tal vez, se fijaran en el ombligo de las posibles víctimas.

Apenas unas contracciones más y te tendremos muy pronto en nuestros brazos. Todas las esperanzas puestas en ti.

BIENVENIDO Y FELIZ 2014.



domingo, 22 de diciembre de 2013

MI MAR

(Pintura de David Silva DASIL)


Desde mi casa sin ventanas huelo el mar infinito.
Hay gente que dice que hay naves que me esperan
y que, si subo, lo atraviesan y arriban al puerto que aún no existe,
ése que está en el escondite que velo.
Hay gente que niega que el mar esté allí afuera.
Ni siquiera yo, que lo he inventado, sé si me engaño.
Pero, ¿Qué más da si es espejismo?
¿Acaso no me alimento de él?
¿Acaso no me ahogo cuando no me cubren sus aguas?
Me he cansado de caminar con zapatos
por veredas sin peligro donde se descarrilan mis sueños.
Me atreveré a abrir la puerta de mi casa,
no tendré miedo si el aire no es el que espero.
Al igual que sé que la montaña no existe
porque la he andado y la conozco,
estoy segura de que mi mar será posible
en cuanto yo sea valiente
y me rindan sus mareas.


sábado, 21 de diciembre de 2013

VÍDEO ISLA MÍA PARA DESEARLES FELIZ NAVIDAD.


Con este vídeo dedicado a mi Isla de Tenerife quiero desear a todos los seguidores de este blog UNA FELIZ NAVIDAD.


viernes, 20 de diciembre de 2013

jueves, 19 de diciembre de 2013

MI SUEÑO, MI MUNDO

(Pintura de Bob Stroody)

 Hoy me he quedado dormida acunada por la nana de la brisa y he construido un mundo nuevo que es sólo para mí. Me he encaprichado en ser niña de nuevo y cruzo el puente que me lleve de regreso al pasado, a la casa de mis padres, al universo imaginado donde yo sería dueña de dos lunas. Las estrellas se empeñan en alumbrarme el camino y he descubierto la risa de Dios sobre los caballos del río. No me pienso despertar jamás.

martes, 17 de diciembre de 2013

UN CUENTO DE NAVIDAD

(Pintura de Víctor Bregeda)

 Mi familia vive en un país inventado donde siempre es Navidad.
Mi padre nació en una tierra donde la Navidad está cambiada a los veranos y donde Magallanes se mareó esquivando las mil islas. Mamá, en cambio, nació en los Niuyores del norte, donde están habituados a celebrar la Navidad en invierno que es, por cierto, menos frío que el verano de las tierras de papá. Cuando se conocieron los dos, decidieron llegar a un consenso: vivirían la Navidad en todas las estaciones del año. Ésa es la razón de que en nuestra casa siempre es invierno, nieva desde los techos y existe siempre un suelo blanco donde escribimos nuestros poemas. Mantenemos encendido el calor del hogar y podemos caminar descalzos sin miedo a resfriarnos ni tener que sonarnos los mocos con la manga del chaquetón. Nuestra casa está muy alta, mucho más que algunas nubes y cada día una caravana de caballos guiados por duendes mágicos nos traen los regalos que abrimos nada más levantarnos. ¡Mmmmm qué delicioso olor a manzanas los envuelve!
Hemos hecho las maletas. Los mismos caballos nos bajarán de la nube. Es 24 de diciembre y nos vamos, como cada invierno, a pasar la Navidad con los abuelos de los Niuyores. ¡Les hace una ilusión pensar que esta época especial la compartimos siempre con ellos! ¡Bendita la inocencia de los abuelos!

FELIZ NAVIDAD.

domingo, 15 de diciembre de 2013

CUENTO DE NAVIDAD DE PAULO COELHO

(Pintura de Vicente Arnás)

Cuenta una antigua y conocida leyenda que tres cedros habían nacido en lo que alguna vez fueron los hermosos bosques del Líbano. Como todos sabemos, los cedros demoran mucho tiempo en crecer y estos árboles pasaron siglos enteros pensando sobre la vida, la muerte, la naturaleza y los hombres.
Presenciaron la llegada de una expedición de Israel, enviada por Salomón, y más tarde vieron la tierra cubierta de sangre durante las batallas con los asirios. Conocieron a Jezabel y al profeta Elías, enemigos mortales. Asistieron a la creación del alfabeto, y se deslumbraron con las caravanas que pasaban llenas de telas de colores.
Un buen día decidieron conversar sobre el futuro.
-Después de todo lo que he visto -dijo el primer árbol- quiero ser transformado en el trono del rey más poderoso de la tierra.
-A mí me gustaría ser parte de algo que transformara para siempre el Mal en Bien - comentó el segundo.
-Por mi parte querría que cada vez que me vieran pensaran en Dios -fue la respuesta del tercero.
Pasó algún tiempo más y vinieron los leñadores. Los cedros fueron derribados y un barco los transportó lejos.
Cada uno de aquellos árboles tenía un deseo, pero la realidad nunca pregunta qué hacer con los sueños; el primero sirvió para construir un refugio de animales, y las sobras se usaron para apoyar el heno. El segundo árbol se convirtió en una mesa muy simple, que pronto fue vendida a un comerciante de muebles. Como la madera del tercer árbol no encontró compradores, fue cortada y colocada en el almacén de una ciudad grande.
Infelices, ellos se lamentaban: "Nuestra madera era buena, y nadie encontró algo hermoso donde utilizarla."
Pasó algún tiempo más y, en una noche llena de estrellas, un matrimonio que no lograba encontrar refugio decidió pasar la noche en el establo que había sido construido con la madera del primer árbol. La mujer gritaba, con dolores de parto, y terminó dando a luz ahí mismo, y colocó a su hijo entre el heno y la madera que lo apoyaba.
En aquel momento, el primer árbol entendió que su sueño se había cumplido: allí estaba el más importante de todos
 los reyes de la Tierra.
Años después, en una casa modesta, varios hombres se sentaron a la mesa que había sido construida con la madera del segundo árbol. Uno de ellos, antes que todos comenzaran a comer, dijo algunas palabras sobre el pan y el vino que tenía frente a él.
Y el segundo árbol entendió que, en aquel momento, sustentaba no sólo un cáliz y un pedazo de pan, sino la alianza entre el hombre y la Divinidad.
Al día siguiente, retiraron dos pedazos del tercer cedro, y los colocaron en forma de cruz. Los dejaron botados en un rincón y horas después trajeron a un hombre brutalmente herido, a quién clavaron en aquellos leños. Horrorizado, el cedro lamentó la herencia bárbara que la vida le había dejado.
Antes que tres días pasaran, sin embargo, el tercer árbol entendió su destino: el hombre que ahí estuvo clavado era la luz que todo iluminaba. La cruz hecha con su madera había dejado de ser un símbolo de tortura, para transformarse en señal de victoria.
Como siempre ocurre con los sueños, los tres cedros del Líbano habían cumplido el destino que deseaban - pero no de la manera que imaginaron que sería.

Paulo Coelho

martes, 10 de diciembre de 2013

UN HUEVO

(Pintura de Marc Chagall)

    - Señora Cameron, ¿Por qué se presenta usted ante este Tribunal con un portátil sobre las piernas? ¿Acaso trae usted alguna prueba para que no la declaren culpable?
    - No, Señoría, de ningún modo.
    - Entonces, ¿puede usted explicar a este Tribunal qué ocurrió la tarde de autos en la que su vecina Molly Claire cayó muerta mientras tomaba el té en su casa? ¿Acaso lo edulcoró con arsénico? Conteste, señora Cameron.
    - Se lo explicaré todo, Señoría. Mi vecina Molly cada tarde me pedía un huevo para hacerle la cena a su marido. El caso es que él murió hace algunos años pero ella no lo sabía. Pues bien, esa tarde la invité a pasar para tomar una taza de té, como siempre. Pero todo ocurrió muy deprisa. En primer lugar, llegó mi hija y arrojó un saco lleno de bocas carcajeantes y rezumando saliva, que se subían por los muebles. Verá usted, ella ya no las quería porque había reñido con su novio. Al instante, apareció mi marido con el corazón en la mano pintado con los colores de su equipo de fútbol, dispuesto a ver el partido de Champions. Finalmente, Molly tomaba su primer sorbo cuando se encendió el ordenador donde hace tiempo vive mi hijo como pez en su pecera. Mírelo, Señoría, aquí lo tengo, sobre mis piernas. ¡Así que, nada tenemos nosotros que ver con su muerte, que mi vecina Molly Claire cayó muerta por no tener imaginación!

jueves, 5 de diciembre de 2013

HAIKUS DE PRIMAVERA

 (Pinturas de Mercedes Ares)
Dedico estos Haikus de Primavera a mi amiga Mercedes Ares que tan amablemente me cede sus pinturas para mis poemas. No dejen de visitar su blog para admirar sus bellísimas pinturas. Un fuerte abrazo, Mercedes.


I
Funde el hielo,
reverdecen los campos,
crece el caudal.
II
Liban abejas
en las flores abiertas.
Sol en las celdas.
III
Los pollos pían.
Lombrices a sus picos,
calor del nido.
IV
Cuelgan del árbol
puñados de cerezas
fruto del gorrión.






miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL PAÑOL ESTANCO (Fragmento) Primer premio en el IV Certamen de Relatos cortos de El Rosario, Tenerife, en categoría adulta.

(Pintura de Vladimir Dikarev)


Más intenso que el aroma de los platos del día en los fogones de la cocina era el olor emanado por los gases del petróleo que taladraba el estómago. No por más repetida que fuera la faena, terminaban los hombres por acostumbrarse. A la altura de las coordenadas terrestres donde se cruza la imaginaria del Ecuador, el húmedo clima convertía el olor en hedor. Se atrofiaban las actividades mentales, siendo imposible intentar depositar los recuerdos en tierra firme porque las náuseas impedían el traspaso. Con un infinito monocromático azul en trescientos sesenta grados, el verde era el color del recuerdo y del objetivo, de lo dejado atrás y del porvenir; era el color que no era pero se sabía sería. Era el pañol de la lírica en el estanque más oculto en la memoria de los marinos que contrarrestaba con el pañol azul dramático que a capricho se depositaba en la memoria de cada cual. Terminada la faena del día, llegaba lo peor dentro de la soledad del camarote: la nostalgia. Las palabras no expresadas, los sentimientos envasados y los silencios exagerados terminaban por calar en los hombres de la mar y surgir espontáneamente más tarde, a destiempo, en tierra firme por inercia. Esta minusvalía atrapaba a los marineros en una dualidad contradictoria en la que quedaban condenados a perpetuidad a que cuando querían no podían, y cuando podían... no podían. Por eso se decía, se comentaba, que la razón por la cual la mar era tan profunda y poseía tanta fuerza era porque se había alimentado de los sueños de los marineros durante toda la historia de la humanidad; y es que no existía alimento que diera mayor vigor que el de los sueños.

lunes, 2 de diciembre de 2013

ESQUELETO DE PAN (FRAGMENTO)

(Pirograbado de guanches moliendo gofio)

Sin padres ni hermanos pero con ingenio despierto, lancéme al camino al encuentro del tal Alonso cuyo nombre había llegado en más de una ocasión hasta mis orejas por los chismes sobre sus abusos y tropelías. Los guanches de “las paces” teníamos garantizada la libertad. Pero el conquistador de Tenerife no era hombre que se parase en barras. Para él las garantías legales quebraban cuando la lejanía de la Corte y la vigilancia del gobierno podía ser hábilmente sorteada. Ni tan siquiera se detuvo el furor de Alonso de Lugo ante las estirpes regias. La majestad caída, como mi padre, no le indujo respeto ni conmiseración. Pero yo, sin más atributos que mi tamarco y dos odres colgados a mi cintura, con leche y ahorén para las fatigas del camino, salí a la captura del inmisericorde. Lleguéme, pues, a su campamento esperando cayera la noche para adentrarme en él sin ser vista, y en llegando a la parte del huerto, adonde caminaba agachada, observé que a lo lejos, dentro de las tiendas, se escuchaban unos paliques cuyas fablas por aquellos entonces yo no reconocía pero en las que, sin embargo, ahora escribo. Acerquéme al bullicio del exterior de una de las tiendas donde las damiselas y los frailes corrían entrando y saliendo y dando a entender que algo malo acontecía. Asomé la cabeza por entre los telones de la entrada y observé un catre alto cubierto de colcha bordada de mucho precio dentro de la cual yacía una dama apoyada en almohadones cuya cetrina en la tez barruntaba el color de la muerte. Con trapos adobados en tufillo de agua de azahar y ungüentos de olor que espantaría hasta a las más reticentes moscas, las damas magreaban su cuerpo. Tres monjes rezaban a los pies de su catre y otros tantos se afanaban haciéndole tomar tazones con infusiones medicinales a base de distintos tipos de hierbas y alquimia a la que eran aficionados. Acercóse hasta mí una criada cuyas facciones me eran conocidas de alguna tribu vecinal y me apremió para que abandonara la tienda o, por ende, ayudara porque Doña Francisca andaba en los caminos del morir y no era momento para curiosos ni intrusos. Antes de que se me escapara, preguntéle por el paradero de Don Alonso que era el motivo que había hecho llegar mis pasos hasta allí. La susodicha mal me miró, se enjugó el sudor de la frente con la manga de la remendada saya y mostrándome una mata de una cierta planta que acababa de sagar me dijo: “¡Verbena!: tisana para llagas, heridas y contra envenenamientos causados por conquistadores de mala estirpe”. Mi corazón pegó un vuelco y galopó en tropel como las huestes del Rey por los prados de Castilla. La moribunda yacía víctima de las mismas viles y despiadadas manos que acabaran con la vida de mi padre. Cavilé y recelé de todo cuanto los guañames le ofrecían. Hice una seña a la criada, que se ofrecióme a ayudar ya que tenía en buen aprecio a Doña Francisca y conocía de las mis sanaciones con los de nuestra especie. Pedíle calentara en las ascuas un tazón de leche de la que yo portaba que era de la mejor beletén ya que era de cabra recién parida. Acerquéme al catre y despojéla de cuanto trapo, sanguijuela y emplaste la cubría y roguéle a los monjes que rezaran sus cánticos unidos para hacer más fuerza ante Acorán y dejaran en mis manos la vida terrenal de la enferma, que mi fama era conocida como sanadora de mi pueblo. Mostré mi entusiasmo cuando descubrí a los religiosos entender mis paliques, tan cultos e ilustrados descubrí que eran, aunque persignáronse ante mis palabras sin yo entonces poseer entendimiento de tal acto ni del motivo que los impulsaba; no díle mayor importancia y de inmediato dediquéme a lo mío. En el tazón humeante de leche caliente desleí los polvos de ahorén y ofrecílos a la enferma. Apenas transcurridos dos achises, la susodicha colgó su cabeza por una de las esquinas del catre y comenzó a vomitar una arrojadura tan viscosa y amarillenta que bien pareciera estuviera la enferma poseída por el mismísimo demonio si no fuera porque por aquellos días aún no habíanmelo presentado.