Te has quedado atrapado en
mi recuerdo... o yo en el tuyo; no sé muy bien qué sería lo
correcto. Tu realidad se ciñó a una venerada cruz en la prueba del embarazo, a una canastilla de ilusiones que no conservo y a una
hemorragia que disolvió mi instinto maternal en una compresa con
alas. Unos días recuerdo a un niño con los ojos muy negros y el
cabello ensortijado. Otros, a una niña rubia con hoyuelos a los
lados de las comisuras de los labios. Y es que no tengo remedio: me
gusta recordarte porque cada vez que te recuerdo, existes según yo
quiero.
Qué transformación del dolor de la pérdida en imágenes consoladoras. Besos.
ResponderEliminar