(Pintura de Vicente Romero)
La terrible enfermedad con nombre de cangrejo le seccionó sus dos pechos. No se achantó la luchadora. Y cuando observaba grandes mechones del cabello en sus manos, se reafirmaba de que en su interior latía una vida subterránea que no era inútil y que debía traer a flote.
-Nunca podrás
ser madre -, le aseguraron los doctores.
Un año después,
exhibía orgullosa entre sus brazos al bebé milagro que succionaba
ansioso de sus mermados pero pletóricos pechos.
Hola ALDONZA. Hermoso y sentido relato, lo cual deja una enseñanza, que debemos tener siempre presente nuestro interior revestido de fe y esperanza , eso es un apoyo para salir de dificiles momentos y mirar el futuro con otras realidades. besos querida amiga!!!!!!!!!!.
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Mercedes. Esta conexión que nos une más allá de los mares, que no se rompa nunca. Un beso grande viajero.
EliminarQue ejemplo, la fé y los miolagros, alguno que otro todavia existen, están en nuestra fé y superación.
ResponderEliminarMaravilloso sentir, mi querida amiga. Un abrazo muy fuerte.
Lucha ejemplar, mi querida amiga. Un beso.
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