(Pinturas de Michael Cheval)
Ayer
tuve un sueño. Me encontraba en un lugar indefinido y mágico,
ruidosamente silencioso. Parecía un laberinto sin pared ni retención
y consentí quedar prisionero de aquella irremediable libertad. Como
un auténtico mago elegí un caldero de cobre que calenté con el
fuego de la intención. A continuación y al mismo tiempo, como por
arte de magia nunca adquirido, eché unas gotas de felicidad, buena
dosis de comprensión y espolvoreé retazos de culturas diferentes.
Finalmente, lo mezclé todo con una enorme cuchara de madera
proveniente del árbol del castaño de verano que encontré en mi
sueño. Hoy he abierto un dispensario flotante con la fórmula mágica
de la integración cultural.
Carmen, estoy regresando a los espacios amigos después de una pausa. Aún no había enlazado tu blog pero ya está subsanado.
ResponderEliminarMe alegro encontrar un metafórico y significativo relato. Juegas con la poesía que enhebras en los sueños y que persigue la magia de la verdadera riqueza. La que genera la diferencia y el intercambio con otras culturas.
Un placer leerte mientras tomamos un delicioso té.
Un abrazo muy cercano
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. No dejes de venir. Abrazo isleño.
EliminarHola Aldonza. Que hermoso es soñar!! y más siendo uno la protagonista de la escena, con esa fórmula mágica de conocimiento e intercambio de culturas, guardala en la alacena y regalanos esos dones. Un abrazo amiga!!
ResponderEliminarNo dejar de soñar y poner toda la intención es todo cuanto se necesita para hacerlo posible. Un beso grande.
EliminarPrecioso sueño y preciosas pinturas. Un abrazo Aldonza.
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