(Pintura de Yuqi Wang)
Llovía
a cántaros. Así que, no sabía si anular la
cita que tenía programada hacía semanas en su apretada agenda.
Finalmente, decidió ir. Se vistió con su mejor traje, estrenó
corbata y calzó sus Ferragano. Llevaba una carísima botella de vino
de regalo. Tocó repetidamente la puerta y esperó. Rodeó la casa.
Y, por fin, cuando ya pensaba que se tendría que marchar, abrió la
puerta desde dentro y se dio la bienvenida, invitándose a pasar para
no empaparse.
Y, por fin, cuando ya pensaba que se tendría que marchar, abrió la puerta desde dentro y se dio la bienvenida, invitándose a pasar para no empaparse.
ResponderEliminar¡ Sabia y triste resolución! Lindo y aleccionador. Un abrazo.
Todos deberíamos quedar con nosotros mismos de vez en cuando. Un besote.
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