Querido
Nuevo Año 2016, estás a punto de nacer y el mundo por entero se
amontona en la sala de espera contigua al paritorio con los ojos de
la esperanza puestos en ti. Pero tendrás una vida tan corta y una
carga de plomo tan grande sobre la espalda de tu almanaque que a buen
seguro te será imposible acabar con todos los males terrenales que
en herencia te han dejado los calendarios desgajados. Pero sí que
podrías llegar a ser un buen año, el mejor de todos, el pionero de
la saga de tus herederos, si propusieras ciertos cambios que tanto
necesita este planeta color príncipe de cuento.
En
primer lugar, podrías hacer uso de una balanza, no hace falta que
sea muy grande sólo que haya sido bien calibrada, para que se
repartan por igual el agua y los alimentos entre todos los
habitantes, sin atender a razas, nacionalidades ni religión.
En
segundo lugar, te recomiendo una buena escoba de las que están
hechas con hojas secas de palma, las usadas por barrenderos porque
son las que mejor se llevan la suciedad más acumulada. Pues bien,
con una de ésas podrías barrer las grandes injusticias que a diario
soportan los sectores más débiles de la población: ancianos,
niños, enfermos y minusválidos, como consecuencia de la avaricia y
egoísmo de las clases de poder; y varios camiones de basura para
abandonar en el PIR a los mayores defraudadores que jamás haya
tenido este País.
Y, en
tercer lugar, ¿Podrías hacer que los dictadores y amigos de las
guerras nacieran sin ombligo? Así dejarían de mirárselo y, quizás,
tal vez, se fijaran en el ombligo de las posibles víctimas.
Apenas
unas contracciones más y te tendremos muy pronto en nuestros brazos.
Todas las esperanzas puestas en ti.
BIENVENIDO
2016.
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